Hoy nos las vemos con otra institución de la cocina árabe, una receta milenaria que al igual que el hummus en los últimos tiempo ha vivido un dulce momento de coqueteo con el saber hacer de los grandes chefs de la cocina mundial. De nuevo vemos como la sencillez los platos básicos de las mesas humildes encuentran un buen caldo de cultivo en el quehacer creativo de los gurús del arte culinario.
El falafel no es otra cosa que unas especies de albóndigas de garbanzos. De sabor exótico y paladar exquisito, estas bolas de legumbre cumplen con los principios de sencillez y economía, que tanto nos gusta traer a este blog.
Por cierto esta delicia de Oriente Medio también resulta fascinante a los amantes de la dieta vegetariana.
Ingredientes:
- 1/2 kilo de garbanzos secos
- 1/2 cebolla
- 3 dientes de ajo
- 1 ramita de perejil
- Hojas de cilantro
- 1 cucharadita de levadura
- Comino en polvo
- Canela
- Sal y pimienta
- Pimentón
- Aceite de Oliva
- Un par de cucharadas de harina (mejor si es de garbanzos).
Elaboración:
Pondremos los garbanzos en remojo y los tendremos así alrededor de 24 horas, porque deben quedar tiernos y se trituran sin cocer. Una vez transcurrido ese tiempo los escurrimos y los trituramos. Algunas personas prefieren que el puré quede con grano y sin piel, por lo que la retiran antes. Para otros el puré debe ser muy fino, así que la piel suele ser triturada por la batidora o el robot.
Una vez triturados los garbanzos, añadimos el resto de los ingredientes y volvemos a triturar. Recordamos que la textura y la cantidad de especies dependerá del gusto del comensal. Colocamos el preparado en un bol y lo ponemos a refrigerar un par de horas.
Saca, forma bolas, croquetas o hamburguesitas con la masa y ayúdate con la harina, pero no pongas mucha para que el falafel no quede muy duro. Fríe en abundante aceite hirviendo y pon a escurrir sobre papel de cocina.
Puedes servir al instante, acompañado de ensalada y salsa de yogurt.