Una de las tradiciones gastronómicas más antiguas es la de tapear. Nos encanta tapear y creo que es algo que no debemos perder, ya que es una de las pocas tradiciones que menos daño hacen al mundo y que nuestro paladar más agradece. Eso sí, tenemos que tener cuidado con tapear demasiado porque el picar es lo que más hace que nuestro cuerpo se resienta en cuanto al peso.
De todas formas, una tapa de vez en cuando es perfecta, sobre todo si tenemos invitados. Yo estoy ya cansado de ver siempre las mismas tapas en todas las casas a las que voy: un poco de chacina cortada con picos y poco más, así que os voy a enseñar a elaborar una tapa que resulta muy buena y que es algo nuevo.
Para esta tapa necesitaremos:
– Pan. El pan puede ser de barra, de campo o el que prefiramos. Pero eso sí, no puede ser pan de molde, tiene que ser pan de horno o de leña.
– Queso semicurado o curado. Dependiendo del tipo de queso obtendremos un sabor u otro. Yo suelo utilizar un queso semicurado de oveja.
– Pimienta recién molida
– Aceite de oliva virgen extra.
– Sal maldon
El pan lo tenemos que cortar en rodajas que no sean muy grandes, ya que la idea es poder agarrar la tosta de pan con una mano e ir comiéndola poco a poco. Colocamos el pan en una rejilla de horno. El horno lo precalentamnos a 150 grados durante 20 minutos.
Cortamos el queso en trozos más o menos rectangulares del tamaño del pan y apartamos. A continuación cogemos el pan y le añadimos un poco de pimienta recién molida y algo de aceite de oliva. Después colocamos el queso encima y sobre el queso añadimos un poco de pimienta, sal maldón y otro tanto de aceite de oliva.
Tras esto, metemos la rejilla de horno dentro y dejamos a 150 grados unos 10 minutos. Ve controlándolo para que no se queme en demasía. Si vemos que no está bien fundido el queso podemos dejarlo un rato más. Lo ideal es hacerlo un rato antes de que lleguen nuestros invitados para que lo coman caliente.